A todo cerdo le llega su San Martín
publicado por TioP
Y no estoy hablando de la La Pantoja, a la que solo dedicaré un extracto de la misma canción que han dado en “Donde estás corazón”: Con dinero y sin dinero, hago siempre lo que quiero, y mi palabra es la ley.
Pues ahí iba yo, que con dinero caramelos y la preocupación se disipa. El problema es que el cerdo en este caso, el cerdo del título del post, ese cerdo, en sentido figurado, soy yo. ¿Por qué? Porque con una probabilidad del 95%, me cazó la benemérita. En concreto un radar en plena calle residencial (aunque de cuatro carriles), en pleno barrio de Madrid. Me reservo el otro 5% a las distintas esperanzas a las que me aferro. Un 1% se lo dedico a la esperanza propia por pensar en que no me pararon físicamente. Otro 1% en la esperanza de terceros para que me informen qué puedo hacer para recurrir o eludir la hipotética multa. Otro 1% en mi compañía aseguradora que me facilita recurso de multas. Otro 1% depositado en la administración y gestión del papeleo (por si se pierde o se confunden). Y el último 1%, el que quizá le duela a algunos, en Dios, aunque si lo preferís, llamémosle Suerte o el trocito de “esperanza que no se pierde”.
Por otro lado elevo tanto el porcentaje de multa porque claramente vi el coche con el radar, y también vi como iba encabronado por la lentitud de un coche en la salida de un semáforo. Ante eso, repleto de cólera acelero y le demuestro que es más lento que un abuelo disfrazado de mujer en un dos caballos. Esto hace que mi contador, en plena calle dentro de “ciudad”, supuestamente limitada a 50km/h, pase a 100km/h. Al verlo freno un poco, y ahí es donde me llevo el susto de ver el coche. La probabilidad dice que iría entre 75km/h – 95km/h, que rebajado por el margen de mi visión y de la calibración del radar, hagan que se quede entre 70km/h y 90km/h.
Pues ahí iba yo, que con dinero caramelos y la preocupación se disipa. El problema es que el cerdo en este caso, el cerdo del título del post, ese cerdo, en sentido figurado, soy yo. ¿Por qué? Porque con una probabilidad del 95%, me cazó la benemérita. En concreto un radar en plena calle residencial (aunque de cuatro carriles), en pleno barrio de Madrid. Me reservo el otro 5% a las distintas esperanzas a las que me aferro. Un 1% se lo dedico a la esperanza propia por pensar en que no me pararon físicamente. Otro 1% en la esperanza de terceros para que me informen qué puedo hacer para recurrir o eludir la hipotética multa. Otro 1% en mi compañía aseguradora que me facilita recurso de multas. Otro 1% depositado en la administración y gestión del papeleo (por si se pierde o se confunden). Y el último 1%, el que quizá le duela a algunos, en Dios, aunque si lo preferís, llamémosle Suerte o el trocito de “esperanza que no se pierde”.
Por otro lado elevo tanto el porcentaje de multa porque claramente vi el coche con el radar, y también vi como iba encabronado por la lentitud de un coche en la salida de un semáforo. Ante eso, repleto de cólera acelero y le demuestro que es más lento que un abuelo disfrazado de mujer en un dos caballos. Esto hace que mi contador, en plena calle dentro de “ciudad”, supuestamente limitada a 50km/h, pase a 100km/h. Al verlo freno un poco, y ahí es donde me llevo el susto de ver el coche. La probabilidad dice que iría entre 75km/h – 95km/h, que rebajado por el margen de mi visión y de la calibración del radar, hagan que se quede entre 70km/h y 90km/h.
Mirando las tablas de la DGT para la multa y su correspondiente retirada de puntos, veo que se queda en 140€ y 2 puntos siempre que no pasara de los 90, porque a 91 ya son 6 puntos y 380€, algo que para un puto kilómetro… es doloroso. Confío en que me quede entre ese margen que solo me quite dos y me haga pagar ese “poquito”. Aunque siempre puedo confiar y tener esa segunda esperanza de que a 70 solo me pongan 100€. Ojalá.
Recemos, pero no quiero ser ese cerdito…
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