La mala suerte
publicado por Fry
Por ejemplo, todos los que juegan a lotería, pongamos el 10%, se van a la cama con la premonición de que les va a tocar al día siguiente. Cada día de toda su vida de los que juegan van a tener esa premonición, o al menos el 10% de los días, por suponer otro porcentaje. Por supuesto, durante esos miles de días no pensarán "Joer, he fallado la premonición", sino que el día que les toca de verdad "olvidarán" de repente todos los errores premonitorios para concluir que alguna fuerza superior a ellos les advirtió del premio. Y con ese ejemplo seguiríamos con todos. Con las rachas de buena suerte únicamente tratamos de escoger los actos favorables y olvidar intencionadamente aquellos desfavorables que ha habido entre medio.

Este sistema es absolutamente inútil, ya que las mesas de ruleta establecen un mínimo y un máximo de apuesta de forma que llegue un momento en que no podamos doblar la cantidad anterior, pongamos que ronda cuando hemos fallado 11 o 12 veces seguidas, pero para exagerar más vamos a poner un límite de 16. Cualquier persona pensará que es imposible que salga 16 veces seguidas rojo, sin embargo no es sólo absolutamente posible, sino que está absolutamente determinado que saldrá.
Para simplificar vamos a olvidar que existe en 0 en la ruleta. Si agrupamos las tiradas de 16 en 16, tendremos un número binario (rojo-negro) de 16 bits, lo que da, aproximadamente, 65.000 posibilidades distintas (2 elevado a 16). Una de ellas es todo rojo y saldrá, a lo largo del tiempo, una vez cada 65.000 jugadas. La estadística no falla. Cualquier otra combinación de rojo-rojo-negro-rojo... también saldrá, por lo que ningún sistema funciona. Los números, por grandes que sean, acaban saliendo gracias a la implacable estadística.
Eso sí, nadie pensará que es una cuestión estadística. La difusa imagen de la buena y mala suerte rondará por las cabezas de la gente, ajenas a que, al fin y al cabo, todo son matemáticas.
Etiquetas: Filosofía, Reflexiones
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