16 julio 2006

Peliagudo
   publicado por freddd

Os voy a hablar de las cosas que ocurren en las peluquerías de este país, al menos de las experiencias que he sufrido y me ocurren cada vez que voy a cortarme el pelo, supongo que no soy el único al que le pasa.
Para empezar decir que el peluquero se siente parte integrante de tu vida, como la niñera que tenías cuando eras crio, la profe de clases particulares o tu mejor colega y lo que más le jodería en la vida es que dejaras de ir a su puta peluquería. Como el sentimiento no es recíproco puede ocurrir que cansado de ir allí o simplemente por probar cosas nuevas se te ocurra ir a otro, pues estas jodido. Es mejor que ni te encuentres por la calle al antiguo peluquero porque te mirara con cara de perro y más si llevas poco tiempo desde el último corte que te hiciste en la competencia, porque el calcula a la perfección el tiempo que tarda en crecerte el pelo y el tiempo que llevas sin pisar su peluquería. Conclusión, si dejas de ir una vez ya no puedes volver.
Por otro lado nunca nunca nunca te van a cortar como tu quieres, si dices que te corten muy poco de cada zona es probable que no toquen la parte de arriba por ejemplo y que se metan a tope con los laterales, no pueden evitarlo, cuando ven una cabellera se les pone la tijera muy dura y tienen que cortar por donde sea. Si en cambio otro día les dices que te descargue bastante porque te da calor es muy probable que vuelvas a tu casa sin que te haya cortado un solo pelo, son un mundo aparte.
Luego están las peluquerías de las ciudades, estas peluquerías que son enormes, muy modernillas y que están llenas de guapas jovencitas ávidas de dinero. La cosa es que deben ir a comisión de las historias que te metan en la cabeza así que si te descuidas el corte te puede salir por un riñón. Yo por ejemplo hace unos meses iba con la intención de gastar mis 10 pavos habituales en el corte de pelo, la señorita intenta hacerse mi amiga con una pesada conversación y frota suavemente todo su cuerpo contra mis brazos mientras me corta el pelo, cuando ya ha conseguido su momento cumbre a base de mostrarme tactilmente las curvas femeninas me deja caer que me irían muy bien unas mechas de color que apenas se notaran pero que fortalecerán mi pelo, como parece que es un gesto por su parte le digo que si y ella empieza a hacer sus movidas con una loción extraña cuyo efecto en mi pelo es más que dudoso. Como ahora mi pelo será más fuerte y más bonito me aconseja casi como mi amiga de toda la vida que debo llevarme también el champú especial que mantendrá el efecto mucho más tiempo, me esta revelando un secreto que solo unos pocos saben, sería de tontos no llevarse ese pequeño botecito que amablemente me esta brindando mi nueva amiguita. Tras esto y con todo el pescado vendido llega el mejor momento para ella, el pase por caja, la pequeña broma y la sucesión de consejos hace mella en mi bolsillo, 40 € salen del bolsillo de un pobre infeliz que aún no conocía el truco del peluquero, similar a cualquier tirón de cartera por parte de un ladronzuelo pero esta vez a plena luz del día y conmigo mismo como invitado de lujo. Eso sí, una y no más, aprendí mi lección y ahora voy al peluquero con 10 € en mi bolsillo y le digo que tengo una prima peluquera que me vende esos champús. Es un truco perfecto para quitarse mosconas ávidas de pelos a los que estafar. Hasta el moño.