20 enero 2007

El cristal con que se mire
   publicado por Fry

La verdad que todo depende del cristal con que se mire. Me estoy refiriendo a la percepción que tenemos de los distintos alimentos digamos "extraños". Todos conocemos a mucha gente a la que le dan asco ciertos alimentos, aún cuando estén convencidos de que su sabor es bueno. ¿te gustaría comer un bicho con una cáscara dura, lleno de patas y antenas largas y los ojos negros y saltones? Probablemente no, sin embargo es la descripción de una gamba. Si te paras a pensar en las gambas, y las desagradables succiones que se hacen sobre sus cabezas, te darás cuenta de que es tan asqueroso como degustar una cucarachilla que tenga ninguna malicia. Los caracoles, que aquí degustamos como manjares, se convierten en repugnante si los comparamos objetivamente con una babosa. Aunque son de textura parecidos, el caracol tiene recovecos, tiene un final cuando es extraído que no es nada apetecible. Las babosas en principio parecen más limpias y, además, fáciles de comer.

Cuando vemos lo que comen otros en ultramar en países lejanos nos llevamos las manos a la cabeza. Sin duda, analizándolo objetivamente, no deberíamos escandalizarnos.

De entre las cosas que me encantan de manera especial, y que son de reputación dudosa, destaco las siguientes: caracoles y derivados, ancas de ranas, cangrejos, el ojo de las cabecicas asadas, riñones, callos y toda suerte de casquería, criadillas en todas sus variantes, etc. En este sentido sería capaz, en el lugar y el momento adecuado, de probar ratas, serpientes, unos cuantos bichos (excepto saltamontes), perros y un largo etcétera. Eso sí, el lugar es importante. Si me encuentro en un pueblo tailandés perdido de la mano de dios en el que son típicas las lombrices a la parrilla seguro que haría un esfuerzo, no así en el aperitivo del próximo domingo.
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¿Y un ser humano? Siempre he creido que tienen que estar buenos. ¿Por dónde empezamos?

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