Bodas: Desde donde me llega?
publicado por TioP
Bien es sabido que cuando llega una boda, toca rascarse los bolsillos y como en más de una ocasión hemos dicho por aquí, es una sonada molestia tener que pagase dicha entrada. Lo que pasa es que una boda, de la “rama invitacional” por la que te llega y desde la distancia desde donde llega, puede dividirse en tres clasificaciones: lejos, a mitad, cerca.
Lejos: Has tenido suerte. No deja de ser un compromiso más al que tienes que ir, previa liberación de la pasta oportuna. Te libras de actos como despedida y broma de amigos, actos que en las otras dos clasificaciones aparecerán.
A mitad: Son arenas movedizas. Quizá podríamos decir que es lo peor que te puede pasar si realmente no te sientes identificado con la causa. Aquí podemos meter, principalmente, a amigos de los novios. Es una clasificación que queda a mitad de camino del que los conoce de pasada, o los tiene como familiares. Aquí podemos decir que estamos realmente jodidos si vamos a disgusto, pero ¿por qué?. Porque por un lado tienes despedida de soltero/a en la que esa invitación de boda se duplica, pues se sale todo un día (Dios no quiera todo un fin de semana) y se gasta sin ningún pudor. Además de también hacer el imbécil como comparsa del novio/a. A esto se le añade el regalo de amigos, que aparte de invitar a toda esta fiesta también se le hace, no muy especial, pero sí que algo se recibe. Y el colofón, porque este cúmulo de despropósitos no acaba aquí, es la broma para dar el dinero a los novios. ¿No basta con ingresar la pasta en un banco? Parece que no. Dentro del círculo en los que he estado, he visto muchas cosas. En un principio pensaba que era una putada pasajera, como tener que romper cien cerditos con dinero, o poliuretano en forma de donut con el dinero dentro… algo simplemente molesto o de dedicación, pero con un fin agradable, tener el dinero. Resulta que nada más lejos de la realidad esto se ha convertido en intentar hacer algo en el que resulte casi imposible recuperar el dinero sin súplicas. He llegado a ver cómo se fotografiaban 20 puertas recónditas de toda una ciudad para hacer que los novios las buscaran y obtuvieran cada número, número que al final formaba el número de cuenta. Como original pasa, y es muy divertida, pero solo para el que la hace… no para el que la resuelve, porque sinceramente, me parece muy muy muy difícil. Quizá habría que evitar estos extremos y quedarse en el típico visionado de pelis porno en las que de ciento a viento aparece un número en la pantalla.
Cerca: Digamos familiares. Aquí la cosa se complica un poco porque el grado de compromiso en muy alto, aquí las excusas para no ir son difíciles de encontrar y de justificar. Es casi tan difícil como dejar de ir de jurado a una mesa electoral. Además, dependiendo de quien seas, edad y rama familiar, puede que te toque ir también a la despedida… Ya lo del regalo capullín te libras, pero no te escapas de tener que soltar más pasta o tener que comprar algo de una lista de boda, un regalo especial, un regalo con carisma, un regalo que es, en definitiva, mucho más caro que un sobre con tres billetes.
Puedo decir que de momento, estoy en el grupo de lejos con ligeras pinceladas de los de “a mitad”. Y eso que este año es duro, más de tres.
Lejos: Has tenido suerte. No deja de ser un compromiso más al que tienes que ir, previa liberación de la pasta oportuna. Te libras de actos como despedida y broma de amigos, actos que en las otras dos clasificaciones aparecerán.
A mitad: Son arenas movedizas. Quizá podríamos decir que es lo peor que te puede pasar si realmente no te sientes identificado con la causa. Aquí podemos meter, principalmente, a amigos de los novios. Es una clasificación que queda a mitad de camino del que los conoce de pasada, o los tiene como familiares. Aquí podemos decir que estamos realmente jodidos si vamos a disgusto, pero ¿por qué?. Porque por un lado tienes despedida de soltero/a en la que esa invitación de boda se duplica, pues se sale todo un día (Dios no quiera todo un fin de semana) y se gasta sin ningún pudor. Además de también hacer el imbécil como comparsa del novio/a. A esto se le añade el regalo de amigos, que aparte de invitar a toda esta fiesta también se le hace, no muy especial, pero sí que algo se recibe. Y el colofón, porque este cúmulo de despropósitos no acaba aquí, es la broma para dar el dinero a los novios. ¿No basta con ingresar la pasta en un banco? Parece que no. Dentro del círculo en los que he estado, he visto muchas cosas. En un principio pensaba que era una putada pasajera, como tener que romper cien cerditos con dinero, o poliuretano en forma de donut con el dinero dentro… algo simplemente molesto o de dedicación, pero con un fin agradable, tener el dinero. Resulta que nada más lejos de la realidad esto se ha convertido en intentar hacer algo en el que resulte casi imposible recuperar el dinero sin súplicas. He llegado a ver cómo se fotografiaban 20 puertas recónditas de toda una ciudad para hacer que los novios las buscaran y obtuvieran cada número, número que al final formaba el número de cuenta. Como original pasa, y es muy divertida, pero solo para el que la hace… no para el que la resuelve, porque sinceramente, me parece muy muy muy difícil. Quizá habría que evitar estos extremos y quedarse en el típico visionado de pelis porno en las que de ciento a viento aparece un número en la pantalla.
Cerca: Digamos familiares. Aquí la cosa se complica un poco porque el grado de compromiso en muy alto, aquí las excusas para no ir son difíciles de encontrar y de justificar. Es casi tan difícil como dejar de ir de jurado a una mesa electoral. Además, dependiendo de quien seas, edad y rama familiar, puede que te toque ir también a la despedida… Ya lo del regalo capullín te libras, pero no te escapas de tener que soltar más pasta o tener que comprar algo de una lista de boda, un regalo especial, un regalo con carisma, un regalo que es, en definitiva, mucho más caro que un sobre con tres billetes.
Puedo decir que de momento, estoy en el grupo de lejos con ligeras pinceladas de los de “a mitad”. Y eso que este año es duro, más de tres.
Etiquetas: Bodas, Reflexiones
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