27 junio 2007

Una lágrima cayó en el Líbano
   publicado por TioP

Todos estamos enterados del triste acto terrorista de unos desalmados que mataron a seis soldados del ejército español, tres de España y tres de Colombia. Como si de soldaditos de plomo se tratase, cayeron sin vida al suelo libanés por culpa de más de setenta kilos de explosivos ocultados en un coche aparcado en el camino. Volaron por los aires más de 15 metros al pasar su carro junto al coche dinamitado. ¿Qué hicieron para merecerlo? Simplemente pertenecer a un contingente, da igual si español o no, que intentaba proteger, ayudar, o lo que sea, a un país en conflicto. ¿Cuál es la recompensa? La muerte.

Está claro que si eres del ejército, y si estás en un país de estas características, no estás para plantar árboles, ni poner puentes, ni enseñar castellano, ni vigilar plazas ajardinadas… estás a las duras y las maduras, no en una guerra como Irak, pero bajo un riesgo que hay que asumir y no intentar esconder como hacen muchos.

También hay que lamentar que los carros de la ONU no tuvieran inhibidores de frecuencia que hubieran impedido, en un alto porcentaje, activar la bomba. ¿A qué precio? Me repito, la muerte. Un aparatito, ya solicitado a los responsables y aun no enviado, con coste ridículo de 60.000 euros, ridículo porque no es para un particular, es para una organización. Ahora es cuando los van a dar con urgencia. A buenas horas.

Y por último, el tema de las medallas… que si amarilla, roja… lo de siempre (ver noticia de El Mundo), que si acto de guerra, servicio de no se qué… política. Resumen: 6 muertos. Funerales, tristes de cojones, y la verdad, llegan hondo a mi humilde corazoncito.

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