02 marzo 2006

Las mujeres mienten
   publicado por Fry

Aquí, reunidos en contubernio, a segundo de marzo de 2006 (nunca aceptaré realmente que sea “de” 2006 y no “del” 2006, pero ese sería otro tema) reclamo mi legítimo derecho a mentir como lo hacen las féminas.

Es evidente que, de una manera u otra, todos necesitamos arreglarnos y preocuparnos por nuestro físico para vernos mejor. Supongo que no hay nada de malo en ello, pero de la mejora sutil a la mentira deliberada existe una línea estrecha y difusa que la separa. Al margen de lo generosa que haya sido la naturaleza con una mujer, todas ellas cuentan con la gran ventaja de poder cambiar hasta el último pelo del cuerpo para intentar transmitir lo que no son. No hay una segunda vez para causar una primera impresión, y parece que han aprendido bien la lección.

Hasta donde alcanza mi estatus social puedo permitirme pocos lujos en la mentira corporal, poco más allá de la ropa, el peinado y la importante decisión de los días que dejas transcurrir el natural crecimiento barbario. En otros círculos más fashion-chics la cosa mejora un poco, y los recursos antes exclusivamente femeninos se han ido extendiendo. Pero no nos engañemos, yo no puedo maquillarme, ni pintarme las uñas, ni alargarme las pestañas sin mediar comentarios agresivos. Sí, soy un ser social y como a todos me importa lo que piensen los demás. Incluso aquellos que van con look ultratransgresor buscan proyectar esa imagen.

Y dándole vueltas al asunto siempre llego a la misma evidente conclusión: nos arreglamos única y exclusivamente para los demás. Existen muchas voces en contra. Argumentar que uno (o una) se arregla para sí mismo es engañarse. Todavía no he conocido a nadie que se maquille y se peine cuando llega a casa una noche de juerga, sino más bien todo lo contrario. Es decir, nadie aplica el argumento fálico de Torrente sobre la importancia del orden de los factores en la higiene íntima. Y aún iré más allí, ya que estoy haciendo un alegato en contra de la discriminación positiva del maquillaje (y demás disfraces) que las mujeres, en su mayoría, se arreglan, maquillan y peinan para el resto de las féminas. Entre otras cosas… porque no nos importa… o poco…

En fin, que yo también quiero alargarme las pestañas, depilarme las ingles, cortarme las puntas cuando las tenga secas, usar salvaslip y tener la posibilidad de despertarme junto a alguien por la mañana y que exclame “upsss!”.