Los bodorrios
publicado por Fry
Mañana tengo boda de una compañera de trabajo y no dejo de pensar en las bodas. Para empezar diré que me apetece mucho ir a la boda. Mis compañeros también son mis amigos (tengo esa gran suerte), y por eso espero disfrutar, pero todo esto me ha hecho pensar.
"Te invito a mi boda"- te dicen. ¿Pero cómo que me invitas a tu boda si me la tengo que pagar yo? Calculas el precio del cubierto a ojo, redondeas hacia arriba y añades una cantidad. Cuando te quejas de estas cosas siempre alguien dice que el precio de las bodas vale mucho dinero. De acuerdo, pero coño, me invitas o no me invitas? ¿En qué momento se perdió el norte del sentido común y las bodas pasaron a ser una fiesta que organizan dos y ponen el precio de la entrada? ¿No sería mejor que te dijeran directamente "Te doy la opción de comprar una entrada para una fiesta que estamos organizando"?
Desde mi punto de vista las bodas deberían ser un esfuerzo de la pareja, un esfuerzo que realizan una vez en la vida cuando lo creen oportuno, con el dinero ahorrado, con las ayudas paternales o con lo que sea. Así, la boda sería realmente una celebración de unión que quieres compartir con los amigos y familiares. Siguiendo este razonamiento cada pareja elegiría la cantidad del menú, acorde a sus posibilidades y todos los gastos que conllevara. Pero no amigos, esto no es así. Los novios ponen la fecha y toda la gente pone la pasta, te caiga bien o no.
También estaremos de acuerdo en que un amigo o familiar cercano no se va a quedar sin ir por no tener dinero. La pareja, supongo que de forma absolutamente sincera, le gustaría que viniera aunque su economía no se lo permitiera. Pero no nos engañemos, la realidad no es así. Si tienes que ir a una boda pedirás un préstamo si es necesario y, en el peor de los casos, inventarás la historia más rocambolesca para justificar tu ausencia. Es muy sencillo: si no te pagas la entrada no vas a ir a la boda.
El toque mercantilista que han alcanzado las bodas roza el absurdo, hasta el punto de imprimir el número de cuenta en las invitaciones. ¿Es que nos hemos vuelto todos locos o qué?. De todas formas, hace pocos años cuando se estilaba más el regalo frente al dinero, el razonamiento es similar. ¿La pareja se casa y todo el entorno le amuebla la casa?
Dejemos de dramatizar. Al margen de todo, esta vez sí que tengo ganas realmente de ir a esta boda, cueste lo que cueste (hígado incluído).
Oye, que este tema daría para más de un post...
"Te invito a mi boda"- te dicen. ¿Pero cómo que me invitas a tu boda si me la tengo que pagar yo? Calculas el precio del cubierto a ojo, redondeas hacia arriba y añades una cantidad. Cuando te quejas de estas cosas siempre alguien dice que el precio de las bodas vale mucho dinero. De acuerdo, pero coño, me invitas o no me invitas? ¿En qué momento se perdió el norte del sentido común y las bodas pasaron a ser una fiesta que organizan dos y ponen el precio de la entrada? ¿No sería mejor que te dijeran directamente "Te doy la opción de comprar una entrada para una fiesta que estamos organizando"?
Desde mi punto de vista las bodas deberían ser un esfuerzo de la pareja, un esfuerzo que realizan una vez en la vida cuando lo creen oportuno, con el dinero ahorrado, con las ayudas paternales o con lo que sea. Así, la boda sería realmente una celebración de unión que quieres compartir con los amigos y familiares. Siguiendo este razonamiento cada pareja elegiría la cantidad del menú, acorde a sus posibilidades y todos los gastos que conllevara. Pero no amigos, esto no es así. Los novios ponen la fecha y toda la gente pone la pasta, te caiga bien o no.
También estaremos de acuerdo en que un amigo o familiar cercano no se va a quedar sin ir por no tener dinero. La pareja, supongo que de forma absolutamente sincera, le gustaría que viniera aunque su economía no se lo permitiera. Pero no nos engañemos, la realidad no es así. Si tienes que ir a una boda pedirás un préstamo si es necesario y, en el peor de los casos, inventarás la historia más rocambolesca para justificar tu ausencia. Es muy sencillo: si no te pagas la entrada no vas a ir a la boda.
El toque mercantilista que han alcanzado las bodas roza el absurdo, hasta el punto de imprimir el número de cuenta en las invitaciones. ¿Es que nos hemos vuelto todos locos o qué?. De todas formas, hace pocos años cuando se estilaba más el regalo frente al dinero, el razonamiento es similar. ¿La pareja se casa y todo el entorno le amuebla la casa?
Dejemos de dramatizar. Al margen de todo, esta vez sí que tengo ganas realmente de ir a esta boda, cueste lo que cueste (hígado incluído).
Oye, que este tema daría para más de un post...
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