23 enero 2007

El golpe en la cabeza
   publicado por Fry

Siempre me he preguntado si la gente en general es capaz de sentir su propia muerte, si existe un momento en el que, de forma inequívoca, sabes que te vas a morir a los dos o tres segundos. La respuesta es, con toda probabilidad, que no se percibe de ninguna manera, ya no que no parece que exista ningún mecanismo de detección de tal circunstancia.

Pensando en estos temas alguna vez he sacado la conversación sobre las decapitaciones y los muertos en general. Si el cerebro es capaz de vivir durante unos segundos sin sangre, entonces la cabeza será capaz de permanecer consciente durante un periodo de tiempo determinado. Por muy corto que éste sea no deja de ser una idea espantosa. Tras una muerte tan "limpia" como una decapitación, es probable que exista un lapso de tiempo en el que seas ya consciente del dolor del corte, que percibas el golpe al caer la cabeza en la cesta. Puede que no seas capaz de abrir los ojos, puede que el momento haga que no seas capaz de pensar con claridad, puede que el dolor del corte ni siquiera te haga percibir otras cosas, pero tiene que existir un tiempo horrible en la cesta en la que ya puedes decir "al final me la han cortado".

Hoy he encontrado un interesante y extenso artículo sobre lo que se ha escrito sobre este asunto por médicos en estos últimos siglos. Además de que no hay acuerdo sobre si se mantiene consciencia, me han llamado la atención las declaraciones de un verdugo, en las que afirma que 9 de cada 10 guillotinados llegaban en un estado de shock importante. Llegaban prácticamente inconscientes o desmayados, cuando no en paro cardíaco en trance hacia la muerte después de soportar una presión extrema en los momentos previos al desenlace.

Hay cosas que dan para pensar durante horas, sin embargo sería imposible plasmar en una imagen la agonía que se puede sentir en la cesta, los pensamientos y la locura escuchando los ecos del gritería del público enfurecido jaleando tu propia muerte. Hay veces que una imagen no vale más que mil palabras.

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