Las notas
publicado por TioP
Dentro de poco comienzan los exámenes para muchos, y otros ya han hecho alguno. La universidad (presencial o a distancia), institutos, escuelas… todos ya se ponen las pilas para hacer pruebas de evaluación. Casi siempre me he visto del lado del evaluado. Siempre nervioso para hacer exámenes y siempre pensado lo capullo que puede ser un profesor enseñando, y mucho más insultantemente, corrigiendo.
Ahora, además de seguir estando en la posición de evaluado, creo que es algo que nunca se pierde, es inherente al ser humano. No creo que nadie se libre de eso. Quizá le dará más o menos valor, pero será evaluado. Como evaluadores generales podemos contar con los clientes y con la sociedad. También universalmente está tu jefe. El que ya es jefe, lo serán los socios o los que os comentaba.
A mí, por supuesto, me evalúa mi jefe que es quien en cierto modo decide el sueldo que cobraré el año que viene. Esto más o menos le pasa a cada currelo, pues se valorará en mayor o menor medida su valía dentro de la empresa. Ahora el examinado también se convierte en examinador, y eso es lo que me sucede en estos momentos. Tengo que completar, por segundo año, las evaluaciones de los compañeros que entraron dentro del equipo. El mecanismo que se sigue, no es el más idóneo, aunque no del todo malo. No solo se da una nota final, pues ésta costaría darla así de golpe, sino que se rellena todo un formulario con sub-apartados que luego, tras un análisis personal, hace que decidas por una nota final. Pero como he dicho, esto no es perfecto, y es que no se clasifica entre 0 y 10, algo que da un amplio margen entre pésimo, malo, normal, bueno y excelente, sino que las notas son cuatro letras que denotan: A, cojonudo, B, muy bueno, C, bueno, y D, malo. Pero el problema es que se arrastran comparaciones y equivocaciones en cuanto a qué significan realmente. A, el mejor, B con la media, C, no muy bueno, y D, a la calle. Entonces la D normalmente (al 98%) queda eliminada. La A, salvo que el tío sea un figura, tampoco es lo común. Al final, todo ronda en la B y la C, pero la C, al comparar con otros, pues ves que si a otro compañero lo han evaluado así, pues el tuyo se merece más porque el otro es un zoquete. Al final, todo envidias y comparaciones. Una manera injusta de juzgar. Todo sería más sencillo como a la antigua usanza. Del 0 al 10, de modo que un 7,4 no sería envidia del 8,1 o del 6,9. Sí vería que al otro le pagan más o menos, pero diferenciarte entre una B y una C es más drástico.
Mañana rellenaré las hojas. Intentaré ser objetivo, y me quedaré con la frase: “En una lista siempre hay un primero, luego vienen todos los demás”.
Ahora, además de seguir estando en la posición de evaluado, creo que es algo que nunca se pierde, es inherente al ser humano. No creo que nadie se libre de eso. Quizá le dará más o menos valor, pero será evaluado. Como evaluadores generales podemos contar con los clientes y con la sociedad. También universalmente está tu jefe. El que ya es jefe, lo serán los socios o los que os comentaba.
A mí, por supuesto, me evalúa mi jefe que es quien en cierto modo decide el sueldo que cobraré el año que viene. Esto más o menos le pasa a cada currelo, pues se valorará en mayor o menor medida su valía dentro de la empresa. Ahora el examinado también se convierte en examinador, y eso es lo que me sucede en estos momentos. Tengo que completar, por segundo año, las evaluaciones de los compañeros que entraron dentro del equipo. El mecanismo que se sigue, no es el más idóneo, aunque no del todo malo. No solo se da una nota final, pues ésta costaría darla así de golpe, sino que se rellena todo un formulario con sub-apartados que luego, tras un análisis personal, hace que decidas por una nota final. Pero como he dicho, esto no es perfecto, y es que no se clasifica entre 0 y 10, algo que da un amplio margen entre pésimo, malo, normal, bueno y excelente, sino que las notas son cuatro letras que denotan: A, cojonudo, B, muy bueno, C, bueno, y D, malo. Pero el problema es que se arrastran comparaciones y equivocaciones en cuanto a qué significan realmente. A, el mejor, B con la media, C, no muy bueno, y D, a la calle. Entonces la D normalmente (al 98%) queda eliminada. La A, salvo que el tío sea un figura, tampoco es lo común. Al final, todo ronda en la B y la C, pero la C, al comparar con otros, pues ves que si a otro compañero lo han evaluado así, pues el tuyo se merece más porque el otro es un zoquete. Al final, todo envidias y comparaciones. Una manera injusta de juzgar. Todo sería más sencillo como a la antigua usanza. Del 0 al 10, de modo que un 7,4 no sería envidia del 8,1 o del 6,9. Sí vería que al otro le pagan más o menos, pero diferenciarte entre una B y una C es más drástico.
Mañana rellenaré las hojas. Intentaré ser objetivo, y me quedaré con la frase: “En una lista siempre hay un primero, luego vienen todos los demás”.
Etiquetas: empresa, Reflexiones
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