10 julio 2007

Los funcionarios
   publicado por Fry

¿Pero cuándo se va a arreglar esta situación? ¿Cuándo, de una vez por todas, va a desaparecer la condición vitalicia de los funcionarios?

Está claro que a estas alturas nadie necesita leer nada sobre los funcionarios. Todos hemos sufrido en nuestras carnes los problemas del INEM, de la Seguridad Social y de la incompetencia del personal de muchos ayuntamientos. Todos hemos visto como trabajadores públicos salen a hacer la compra en horario laboral, o como se adquieren derechos de una hora de almuerzo por la cara. Evidentemente hay trabajadores funcionarios buenos, pero la propia condición del cargo no favorece que lo sean.

Cada uno en su casa mira con lupa los precios de cualquier cosa, igual que se hace en la empresa privada. El precio de los monos de trabajo, por poner un ejemplo, si es 5€ más barato en otro sitio, no cabe duda que se escogerá. En la administración pública da igual todo. Se compra sin miramientos, sin preocupaciones. No rodará ninguna cabeza por una mala gestión del dinero. En la empresa privada si un trabajador es malo, a la puta calle. En la administración pública se quedará, independientemente de sus condiciones y actitud.

El hecho de que un trabajador sea apto en una oposición no quiere decir que siga siendo apto dentro de 10 años. Los cargos de funcionario deberían ser por periodos renovables de cinco años, en función de algún tipo de revisión positiva de su actitud y aptitudes.

Es que no me jodas. Nos cobran por todos los sitios. La declaración de la renta, el iva en cada cosa que compramos, la retención de la nómina, el 70% en el tabaco y la gasolina, cuando heredas, cuando compras un piso, y un largo ectétera. Es evidente que hay que pagar, si no sería imposible mantener un país, pero me revienta que, calculando así por encima, al menos se podría ahorrar el 50% en trabajadores incompetentes, compras absurdas y dinero tirado por todas partes.

Sin funcionarios todo el mundo miraría bien cómo hace su trabajo. La condición vitalicia, sumado a las pocas o nulas posibilidades de promoción, hace que cualquier trabajador, más tarde o más temprano, acabe cayendo en la vagancia y la incompetencia. Supongo que todos caeríamos.