23 abril 2007

El Spectrum cumple 25 años
   publicado por Fry

Parece increíble. Cuando piensas en el querido Spectrum piensas en él como la maquina de vapor, las primeras bombillas o las casas sin agua corriente, sin embargo sólo 25 años, menos que los míos, nos separan de su nacimiento.

El Spectrum fue mi primer ordenador y el que desató mi pasión por este mundo. Es cierto reconocer que antes tuve una consola prehistórica, cuyos mandos eran lo menos ergonómico que pudo concebir el hombre. Las palancas no volvían a su posición, tal y como lo hace cualquier joystick, y tenía tantos botones como opciones tuviera el programa, al margen de que se usaran simultáneamente. Por ejemplo, en un juego de barcos sólo existían guerras de uno a uno y era suficiente con un botón, sin embargo los botones cambiaban en función del barco elegido para luchar. Se parecía a una calculadora, un horror. Sólo era destacable el Pong, los incombustibles ladrillos.

Mi Spectrum fue un 128k con casette incluida. Ya tenía las teclas de plástico y una apariencia bastante moderna, especialmente comparado con su hermano menor, el ZX Spectrum 128k. La ROM del ordenador contenía un intérprete de BASIC que se podía ejecutar sin necesidad de carga y se podía acceder a una especie de consola con fondo claro en el que poner comandos. Por ejemplo, para cargar un juego de casette había que meter la cinta, rebobinarla, poner en la consola Load " " y comenzaban los mágicos chillidos y parpadeos de rayas en la pantalla. Si había suerte, después de uno o dos minutos, disponías en la televisión de una copia mala de los juegos de maquina (que después se conocieron como Arcade). Es cierto que los más novatos de este mundo creen que las televisiones siempre fueron terreno exclusivo de Consolas, sin embargo, antes de la llegada de los monitores los ordenadores se conectaban a las teles.

Todo el mundo conoce la debilidad de las cintas, pero no suele suponer un problema cuando es música lo que escuchas, sin embargo los datos digitales no deben fallar. Era realmente difícil que un juego sobreviviera años. Si no se estropeaba la carga lo haría después entre fase y fase (sí, había que ir parando y dándole al play como si de los Beatles se tratara).

A pesar de todo fueron magníficos años de diversión. Los que nacimos con ordenadores pudimos disfrutar de algo que hace mucho tiempo que dejó de existir: en algún momento tuvimos capacidad para sorprendernos.

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