15 septiembre 2005

¿Partenoqué?
   publicado por Fry

Hace algunos años, cuando los reyes magos eran los padres y el ratón (¿?) amarillo de Pokemon aún no había sustituido a los puños de mazinger-z, en esa época en la que descubrimos que la tierra era redonda gracias a la curvatura del estadio de fútbol de "Campeones", y en la que no habíamos desarrollado la sutil capacidad de apreciar la suciedad del traje de espinete, vaya, cuando aún éramos niños e inocentes. Entonces, además de aprender geofísica aplicada al deporte también nos leían cuentos. Y como en todo en la vida hay cuentos buenos, cuentos malos y cuentos chinos. Dentro de este último grupo encontramos uno cuyo destino era pasar a mejor vida, por largo y coñazo, pero ha conducido los últimos 2000 años de nuestras vidas. La Biblia.

Y de entre todas las historias que contiene hoy hablaré de un capítulo que encaja perfectamente en el concepto cristiano de la educación. Pongámonos en situación, sin rodeos. Una mujer, véase María, concibe a un hijo, pongamos Jesús, por obra y gracia del Espíritu Santo, para perplejidad de un tercero, supongamos José. Todos conocemos la historia y me abstendré de hacer un discurso facilón y gracioso de semejante situación.

Y yo, que diré por delante que me considero absolutamente ateo, estoy dispuesto a absorber cualquier teoría que pueda reducir el espacio que ocupa la religión. La ciencia nunca podrá ocuparlo todo, así que siempre quedará un pequeño reducto de ignorancia (ignorancia de la Ciencia, que nadie se lleve las manos a la cabeza¡) que será ocupada por las más variopintas creencias.

Pero el cientifismo tiene un límite, podemos demostrar lo que queramos y explicarlo hasta donde podamos, pero con los límites que impone el sentido común. Todo este hilo viene al hilo de la más rocambolesca versión "realista" del nacimiento de Jesús que he oído en toda mi vida. Un buen amigo mío soltó en una agradable charla que la virgen efectivamente pudo existir, que efectivamente pudo no haber cópula marital, que la virgen pudo morir inmaculada y que, atención, Jesús nació por partenogénesis. Toma ya, y se queda tan ancho.

La partenogénesis, bonita palabra por cierto, es un proceso celular por el cual la hembra puede gestar óvulos no fecundados y, por tanto, tener reproducción asexual. No confundir con el hermafroditismo, en el que el individuo tiene ambos sexos. Se da de manera natural en algunos insectos, plantas y demás, pero al parecer hay también extraños casos en los seres humanos. O, mejor dicho, en las seras humanas, que no se cabreen las neofeministas. Increíble, pero cierto, aunque dispongo de menos información de la que me gustaría.

Aunque lo realmente increíble es que tu padre sea capaz de creerlo si te ocurre. Un día vas al médico y te dicen que estás embarazada, y tú sin probar aún los placeres de la carne. A ver cómo te lo montas para que alguien más crea tu versión. "¡Es partenogénesis papá, qué antiguo eres¡¡". Si algún día escribo una novela probablemente trate de una adolescente partenogenetizada, que juego puede dar eso.

Y yo ahora lo descubro ante el mundo. Sólo hacen falta unos pocos años para que se convierta en el fenómeno de moda. Si tienes padre y madre eres un carca, si eres de madre soltera, pero de padre conocido, eres simplemente retro, si has nacido in-vitro ya empiezas a estar en la onda, si te han seleccionado genéticamente empezarás a poder entrar en círculos selectos, pero si eres partenogenético te has convertido en el más progre del mundo. Sí, amigos, ya no va a hacer falta ni nuestro semen en sus respectivos bancos. En las partenoclínicas forzarán la autofecundación de óvulos, que cuidadosamente seleccionarán para que sean sólo mujeres. Total, ya no haremos falta ni siquiera para eso. Luego claro, estarán las partenonas de primera, que han nacido sin intervención médica, y las partenoparias, que las han seleccionado. Al fin y al cabo, clases habrá siempre. No me importaría meterme en una máquina del tiempo y echar un ojo a ese mundo exclusivamente femenino a ver la que han liado por estos lares.

En fin, Dios no existe. No hace falta llegar más lejos.