Ritmos del infierno
publicado por freddd
Pero si aquí ya teníamos al genial Georghie Dann haciendo lo único que sabía hacer que era la canción del verano, también teníamos a la incombustible y siempre presente peonza humana, el patético King África. Luego había nuevas incursiones todos los años, como podía ser el caso de las ketchup, los del río, el del toro enamorado de la luna, etc, etc que iban rotando verano tras verano. Eso sí, todas ellas tenían una cosa en común, eran muy muy malas y agotaban a cualquiera ya que una noche podías (puedes) oir la misma canción unas 12 o 15 veces, ya que los locales y terrazas tienen unas 10 canciones que van cambiando y cuando acaba vuelven a empezar. A estas canciones siempre se las ha conocido como pachangueo que ya sea en verano o en invierno nos han martilleado la cabeza de muy mala manera.
Pero existen diferencias entre las absurdas canciones mencionadas y estos amagos músicales, estos ritmos que son idénticos entre sí (ver gasolina, dale don dale, etc), con letras absurdas (vuelva a verse gasolina, dale don dale, etc) y además con un marcado tinte sexista (vease gasolina, dale don dale, etc). Los expertos aseguran que estos grupos latinos alentan las luchas entre bandas y que sus cantantes precisamente potencian esto, convirtiendo algunas de sus canciones en verdaderos himnos para los macarras latinos. Y aquí es donde entran en escena esos personajes que últimamente son noticia en las calles de nuestras ciudades y que siembran el kaos en cualquier sitio, en parte por la ineptitud de la policia en la lucha contra este tipo de delincuencia. Me refiero a los latin kings, los ñetas y demás calaña. Estos mismos que se dividen los barrios en zonas y territorios conquistados a base de navaja.
Pero sin animo de buscar relaciones, que las hay, entre ambos temas, vuelvo a lo que hoy me ocupa o más bien me preocupa. Porque cierto es que antaño los latinos disfrutaban de su música en sus salas y en sus discotecas, en los parques junto a sus inseparables litronas, pero es que ahora esta música se ha propagado como fuego que lleva el diablo y nos invade en radios, bares, reproductores de cds, ascensores, debajo del agua, en el lavabo, en el supermercado, dentro de la lavadora, allí donde vayas tienes alguien cantando el bonito tema de "la gasolina" o te encuentras a dos ecuatas con pañuelo en la cabeza incluido y con un enorme "loro" sobre el hombro en un parque público escuchando esta basura y con actitud claramente provocadora.
Capítulo especial para los bailes asociados a estas músicas. Así tenemos el "perreo", baile que consiste en mover el culo rápidamente en todas las direcciones y con máximo acercamiento corporal a la otra persona hasta llegar a puntos nada sensuales y sí puramente explícitos. Porque conviene recordar la marcada relación entre este estilo de música y actitudes un tanto "frescas" tanto en las letras como en el concepto mismo de la música, cosa que me hace dudar sobre los beneficios asociados a su consumo por parte de los niños de la casa.
Seguro que Bob Marley se revolvería en su tumba si ve los caminos tan insólitos hacia los que ha derivado el famoso Reggae que tanto amó en vida.
Estoy convencido de no ser el único que piensa que esta música no aporta absolutamente nada ni cultural ni musicalmente, y que lo único que trae son actitudes y formas de entender la sociedad muy alejadas del ideal occidental en el que supuestamente nos encontramos.
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