18 septiembre 2005

Torturas de última hora
   publicado por Fry

Tarde o temprano tenía que ocurrir. Corría el año 95 y un fenómeno de tal envergadura a nivel nacional no podía permanecer ajeno a las aulas. La profesora de latín preguntó algo a un alumno, de cuyo nombre no debo acordarme, y éste, ni corto ni perezoso, respondió totalmente orgulloso “No puedorrrlll”. Ya no había marcha atrás, Chiquito y su incontable número de absurdas frases nos habían invadido.

Es cierto que ni fue el primero ni el último en enriquecer el vocabulario del graciosillo de turno que espera la más mínima oportunidad para soltar las frasecita de moda, pero él llegó y venció. Vino aquí para quedarse. Si por algo se caracteriza el fenómeno del latiguillo de moda es, primero, por ser patético y, segundo, por su fugacidad. Irrumpen en nuestras vidas, nos torturan (siempre los mismos) y caen totalmente en el olvido rápidamente. La razón es que siempre son sustituidas por otras, claro. ¿pero hasta cuando tendremos que aguantar a Chiquito?

No lo he estudiado convenientemente. Me gustaría saber cual es la primera que se recuerda con fuerza en la historia, incluso averiguar si surge con la televisión y los medios de comunicación o ya existía anteriormente a nivel local. Sólo me puedo basar en mi historia y en mi propia experiencia, por lo que me dejaré muchas en el tintero. En anuncios de televisión, frases de políticos, equivocaciones de presentadores, chistes de los humoristas de turno, últimamente la nueva hornada de frikis... realmente no se sabe dónde saltará la liebre. De hecho, sería imposible decir qué características tiene que tener una frase para convertirse en moda. Pero de entre todos, tendríamos que hablar de los “programas generadores de frases”, que han descubierto una forma increíble de generar publicidad con el boca a boca. El ya extinguido Crónicas Marcianas es una prueba palpable de ello, pero sería injusto dejarse al Informal, los programas nocturnos de Pepe Navarro (y su insufrible versión de Chiquito), Al ataque, los Zappings y un largo etc. Buenafuente ha dado muestras de un dominio impecable de esta técnica. Consigue meter un neng en tu vida y tendrás el éxito asegurado. Puede que haya mucha gente que no hubiera visto antes ni un minuto del programa, pero no hay una sola oficina en este país que se haya librado del martirio neng. Oye, que eso es mucha publicidad eh?, y de la buena.

Y yo ahí, como un tonto esperando en mi ordenador en el trabajo, mirando a los compañeros a ver si algún día alguno se levanta, se pone en el centro de la oficina mirando al resto con cara de ido y diga “El mineralismo va a llegarrrr”. No caerá esa breva amigos. Del “raro, raro, raro” no sale ni dios.

Y en estos asuntos de frasecitas no hay término medio. O eres un ávido devorador de frases dispuesto a soltar la más selecta en cualquier momento, aunque la ocasión no lo requiera, o no lo aguantas. Y no, por si alguien lo está pensado, en este tema los polos opuestos no se atraen.

Desde aquí pido perdón y que sean redimidos mis pecados si alguna vez he recurrido a ello. Lo más importante cuando te confiesas es el propósito de enmienda, y yo lo tengo. Prometo reparar el daño que he podido causar y cumpliré la penitencia que se me asigne.

A ver si esta nueva generación que nos viene, cuando se confiese con los curas domingueros, digan “Pues.... no he hecho la cama, he contestado mal a mis padres... y he usado indiscriminadamente el último latiguillo de moda.”. Cuando nosotros éramos pequeños nos quedábamos en las dos primeras.

Si de verdad esto se cumple, en algo hemos avanzado.

p.d. De acuerdo, la foto de paquirrín no pinta nada en este tema. Perdónenme, tenía que meterla. Unos tienen frases y otros tenemos ídolos.