Historia de la informática (ii): la invasión de las pantallas azules
publicado por Fry
Continuando mi serie personal sobre la historia de la informática (ver Artículo anterior) hoy hablaré sobre la verdadera revolución a nivel doméstico. A principios de los noventa el mundo del PC estaba muy lejos de acercarse al agradable interfaz que desde hacia muchos años disfrutaban los usuarios de Macintosh o Amiga. Necesitaba un importante golpe de efecto y un gran salto cualitativo y llegó de la mano de quien había dominado hasta entonces la informática: Windows irrumpía de lleno en nuestras vidas y llegó para quedarse.
Las versiones anteriores a 3.0 de Windows apenas deben ser consideradas un sistema operativo. De hecho ni siquiera esta versión lo era. Windows aún tardaría unos años en dejar de ser una aplicación que corría sobre el ya desgastado MS-DOS. Pese a ello, por fin se disponía de un entorno agradable. El precio que hubo que pagar por ello fue demasiado alto. Muchas noches, a altas horas de la madrugada me despierto sudando, nervioso, aterrazao y confundido y sólo una obsesión inunda mi cabeza: las pantallas azules.
Bill Gates ha sido muy criticado por no hacer del todo bien las cosas, y lo comparto en gran medida, pero es indiscutible su labor por la expansión de la informática a todos los niveles. Quiso hacer un sistema operativo para tontos y lo consiguió, sin embargo se le puede achacar un incorrectísimo tratamiento de los errores que genera su software. Windows 3.0 (aunque fue más extendido 3.1 y 3.11) eran muy inestables al depender todavía de MSDOS y fallaban en muchos aspectos. Los cuelgues estaban a la orden del día y la mágica combinación Control – Alt – Suprimir era la primera lección que debía conocer cualquier incauto que se adentrara en el apasionante mundo de los ordenadores. Era el salvavidas que sacaba de la mayoría de los apuros, y así fuimos tirando hacia el verdadero cambio, el doloroso parto de Windows 95.
Fue una revolución en todos los sentidos. Windows por primera vez era un sistema operativo real, sin depender del viejo MSDOS, y se aplicó toda la filosofía de los sistemas venideros. Después de años aprendiendo a utilizar Control-Alt-Suprimir esta técnica había dejado de funcionar. Cuando algo no iba correctamente, algo que ocurría con demasiada frecuencia, Gates nos introducía una espantosa pantalla azul. Aparecían en todos los sitios, con mensajes ininteligibles, con cualquier juego, aplicación, periférico o circunstancia. Nadie se escapaba de la marea azul. De lo prometido obtuvimos lo justo. Se pedía estabilidad y sólo ganamos en usabilidad. Era más amigable, más práctico y más bonito, pero se convirtió en toda una odisea para cualquier usuario, avanzado o no. Menos mal que un par de años más tarde vinieron a echar un cable.
¿Windows 98 es echar un cable? Realmente me sorprendo que hoy en día siga siendo un sistema operativo muy extendido y utilizado. Con la nueva versión se ganó en estabilidad, qué menos¡¡¡, pero los problemas no dejaron de continuar y las pantallas azules seguían siendo tan fieles compañeras como nuestro querido ratón. La pelea con los drivers y nuevos dispositivos nos llevó al borde de la locura. Era necesario reiniciar el ordenador catorce veces para instalar un escáner. Afortunadamente estaba mucho mejor preparado para la gestión de redes para una gran desconocida Internet que empezaba a llegar a todos los hogares españoles. Por mis circunstancias he tenido ocasión de instalar, arreglar, reparar y trastear en cientos de ordenadores y probablemente Windows 98 es el sistema operativo que más detesto.
A éste le siguieron Windows Millenium, que era una versión maquillada de 98, con algún driver más y alguna pijada sin importancia. Mismos perros, distintos collares sin mejoras significativas. Windows 2000 se presentó como un sistema operativo profesional, estable y dirigido a un público más avanzado. Era el sucesor natural de Windows NT, la versión más profesional de Microsoft orientado a servidores y estaciones de trabajo, pero algunos problemas iniciales de compatibilidad con periféricos, juego y aplicaciones hizo que no calara excesivamente en el público mayoritario.
Por fin, y de una vez por todas, estaba a punto de llegar el primer sistema operativo que nos dejaría semisatisfechos. Reconozco que fue la primera aplicación que descargué de la red Edonkey, en verano de 2001, meses antes de su comercialización en España. Esta red de intercambio acababa de nacer y apenas existía un servidor (spanishare) con 100 personas. Sólo los usuarios más antiguos de estas redes recordaran aquellos viejos tiempos con páginas cutres y prácticamente cuatro gatos. Eso sí, el fenómeno en tres meses creció como la espuma. Qué ilusión, ya no había que luchar con páginas de warez, ftps con archivos divididos en mil trozos ni otros esotéricos procedimientos para descargar programas, juegos y películas. Pero eso es otra historia. Windows XP llegó y eliminó de un plumazo todas las pantallas azules (parte del mérito lo tiene W2000). XP es un sistema estable, muy estable, funcional, flexible, potente y bonito. Tiene otros grandes problemas, pero corrigió lo fundamental. Pese a llevar más de cuatro años utilizándolo no olvido las pantallas azules. No las veo, pero el miedo sigue ahí. Ahora se reducen a ocasionales fallos de hardware. Mi XP puede estar funcionando 3 o 4 meses sin reiniciar, explotándolo al máximo y no merma su rendimiento o estabilidad. No hay cuelgues ni situaciones demasiado extrañas. Pese a todo tiene problemas, pero no tengo tiempo ni espacio ahora.
Para terminar con los Windows (otro día hablaré del resto de S.O.) he tenido ocasión de probar dos betas (y una alfa) del próximo sistema operativo, antes llamado Longhorn (precioso) y recién cambiado a Windows Vista. No tengo tiempo, ya hablaré de él en otro post, pero siento una profunda sensación de decepción.
Nos prometían el mayor cambio desde el 95 y parece que Windows Vista no va a ser lo que esperaba. Espero no seguir soñando con pantallas azules....
Anterior entrega: Historia de la informática (I): La época oscura
Próxima entrega: Historia de la informática (III): juegos que marcaron la historia
Las versiones anteriores a 3.0 de Windows apenas deben ser consideradas un sistema operativo. De hecho ni siquiera esta versión lo era. Windows aún tardaría unos años en dejar de ser una aplicación que corría sobre el ya desgastado MS-DOS. Pese a ello, por fin se disponía de un entorno agradable. El precio que hubo que pagar por ello fue demasiado alto. Muchas noches, a altas horas de la madrugada me despierto sudando, nervioso, aterrazao y confundido y sólo una obsesión inunda mi cabeza: las pantallas azules.
Bill Gates ha sido muy criticado por no hacer del todo bien las cosas, y lo comparto en gran medida, pero es indiscutible su labor por la expansión de la informática a todos los niveles. Quiso hacer un sistema operativo para tontos y lo consiguió, sin embargo se le puede achacar un incorrectísimo tratamiento de los errores que genera su software. Windows 3.0 (aunque fue más extendido 3.1 y 3.11) eran muy inestables al depender todavía de MSDOS y fallaban en muchos aspectos. Los cuelgues estaban a la orden del día y la mágica combinación Control – Alt – Suprimir era la primera lección que debía conocer cualquier incauto que se adentrara en el apasionante mundo de los ordenadores. Era el salvavidas que sacaba de la mayoría de los apuros, y así fuimos tirando hacia el verdadero cambio, el doloroso parto de Windows 95.
Fue una revolución en todos los sentidos. Windows por primera vez era un sistema operativo real, sin depender del viejo MSDOS, y se aplicó toda la filosofía de los sistemas venideros. Después de años aprendiendo a utilizar Control-Alt-Suprimir esta técnica había dejado de funcionar. Cuando algo no iba correctamente, algo que ocurría con demasiada frecuencia, Gates nos introducía una espantosa pantalla azul. Aparecían en todos los sitios, con mensajes ininteligibles, con cualquier juego, aplicación, periférico o circunstancia. Nadie se escapaba de la marea azul. De lo prometido obtuvimos lo justo. Se pedía estabilidad y sólo ganamos en usabilidad. Era más amigable, más práctico y más bonito, pero se convirtió en toda una odisea para cualquier usuario, avanzado o no. Menos mal que un par de años más tarde vinieron a echar un cable.
¿Windows 98 es echar un cable? Realmente me sorprendo que hoy en día siga siendo un sistema operativo muy extendido y utilizado. Con la nueva versión se ganó en estabilidad, qué menos¡¡¡, pero los problemas no dejaron de continuar y las pantallas azules seguían siendo tan fieles compañeras como nuestro querido ratón. La pelea con los drivers y nuevos dispositivos nos llevó al borde de la locura. Era necesario reiniciar el ordenador catorce veces para instalar un escáner. Afortunadamente estaba mucho mejor preparado para la gestión de redes para una gran desconocida Internet que empezaba a llegar a todos los hogares españoles. Por mis circunstancias he tenido ocasión de instalar, arreglar, reparar y trastear en cientos de ordenadores y probablemente Windows 98 es el sistema operativo que más detesto.
A éste le siguieron Windows Millenium, que era una versión maquillada de 98, con algún driver más y alguna pijada sin importancia. Mismos perros, distintos collares sin mejoras significativas. Windows 2000 se presentó como un sistema operativo profesional, estable y dirigido a un público más avanzado. Era el sucesor natural de Windows NT, la versión más profesional de Microsoft orientado a servidores y estaciones de trabajo, pero algunos problemas iniciales de compatibilidad con periféricos, juego y aplicaciones hizo que no calara excesivamente en el público mayoritario.
Por fin, y de una vez por todas, estaba a punto de llegar el primer sistema operativo que nos dejaría semisatisfechos. Reconozco que fue la primera aplicación que descargué de la red Edonkey, en verano de 2001, meses antes de su comercialización en España. Esta red de intercambio acababa de nacer y apenas existía un servidor (spanishare) con 100 personas. Sólo los usuarios más antiguos de estas redes recordaran aquellos viejos tiempos con páginas cutres y prácticamente cuatro gatos. Eso sí, el fenómeno en tres meses creció como la espuma. Qué ilusión, ya no había que luchar con páginas de warez, ftps con archivos divididos en mil trozos ni otros esotéricos procedimientos para descargar programas, juegos y películas. Pero eso es otra historia. Windows XP llegó y eliminó de un plumazo todas las pantallas azules (parte del mérito lo tiene W2000). XP es un sistema estable, muy estable, funcional, flexible, potente y bonito. Tiene otros grandes problemas, pero corrigió lo fundamental. Pese a llevar más de cuatro años utilizándolo no olvido las pantallas azules. No las veo, pero el miedo sigue ahí. Ahora se reducen a ocasionales fallos de hardware. Mi XP puede estar funcionando 3 o 4 meses sin reiniciar, explotándolo al máximo y no merma su rendimiento o estabilidad. No hay cuelgues ni situaciones demasiado extrañas. Pese a todo tiene problemas, pero no tengo tiempo ni espacio ahora.
Para terminar con los Windows (otro día hablaré del resto de S.O.) he tenido ocasión de probar dos betas (y una alfa) del próximo sistema operativo, antes llamado Longhorn (precioso) y recién cambiado a Windows Vista. No tengo tiempo, ya hablaré de él en otro post, pero siento una profunda sensación de decepción.
Nos prometían el mayor cambio desde el 95 y parece que Windows Vista no va a ser lo que esperaba. Espero no seguir soñando con pantallas azules....
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Próxima entrega: Historia de la informática (III): juegos que marcaron la historia
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