06 febrero 2006

De lo políticamente correcto, capítulo XXIV
   publicado por Fry

Nueva entrega de lo políticamente correcto, tan de moda en nuestros días. El arte de los eufemismos para decorar la verdad. Asisto sorprendido a la quema de las embajadas a raiz de unas simples caricaturas publicadas en un medio de comunicación. Lo siento amigos, no puedo evitar sentir vértigo ante todo esto.

Y vuelvo a comprobar como se enmascara la verdad en bonitas palabras. Me ha gustado mucho el término de "conflicto de civilizaciones", sutil manera de decir que tenemos un problema de tres pares de cojones y no hay entendimiento posible. Digo que siento vertigo de la misma manera que lo podría sentir asomándome a la máquina del tiempo, a pasadas épocas sólo aptas para novelas y libros de historia. Es fácil que ante un debate de tal magnitud y tan delicado ambiente la gente tienda a quitar hierro al asunto, pero tratar de equiparar la civilización occidental con la musulmana es, cuando menos, ser muy generoso en el debate. De acuerdo, me encuentro inmerso en occidente y la objetividad siempre queda en entredicho, pero hay razones más que razonables para afirmar que se están equivocando más que nosotros.

La civilización musulmana, antaño fuente de sabiduría, sensibilidad artística y progreso, se consume atrapado por su propia historia. La civilizacion occidental quizás debería agachar la cabeza ante su oscuro pasado de atrocidades católicas, probablemente un pasado más vergonzante que ningún otro del planeta, pero supo evolucionar hasta quedar relegado a sus libros de historia. Siglos de avances tecnólogicos, económicos, regiliosos y científicos y, sobre todo, de logros sociales, políticos y culturales, nos separan de la civilización musulmana, fiel reflejo de aquella que dominó la peninsula hace ya demasiado tiempo. No vamos por caminos distintos, no se trata de tener distintas formas de la concepción del mundo. El problema es que allí el tiempo se detuvo. Einstein habría tenido problemas para explicar tal desafio a la relatividad del tiempo.

Nos resulta curioso observar las representaciones del Belén en Navidad, cuando realmente quedan cientos de millones de personas formando belenes vivientes. Sobre las causas del abandono del progreso podría hablar mejor un historiador o un antropólogo, no voy a juzgar si son victimas o verdugos de sus propios dictadores, pero sí voy a permitirme el lujo de asomarme al abismo que nos separa y creer que nosotros nos hemos equivocado menos en nuestro camino. O quizás lo supimos gestionar mejor.

La religión no me importa en absoluto, me parece igual de innecesaria una y otra, pero no he nacido con inquisidores católicos como para tener que enfrentarme a ellos. Ni mis padres, ni los padres de mis padres, ni los padres de los padres de mis padres. Ponedme en la edad media y seré imparcial con ambas civilizaciones. Las torturas de la inquisición me parecen aberrantes, pero esta semana se han inmolado varias personas. ¿cómo hemos podido llegar a ver normal una reacción prehistórica? La religión debe quedar en el particular terreno de la fe individual, alejado de manipulaciones políticas y sociales. Eso sí, mentes medievales con armas del siglo xxi, peligrosa combinación.

Pero alá debe ser demasiado grande, es inagotable. Algo debe de tener para que una cuarta parte del mundo haya perdido el norte y la mayoría de los demás puntos cardinales. Su brújula sólo se mueve hacia el pasado y así les va. ¿Que sigan repudiando a la mujer, que siga habiendo lapidaciones, que sigan basando su vida en el Corán, que justifiquen la guerra santa... realmente todo eso es respetable? ¿Dónde está el conflicto de civilizaciones?

Alá es grande. Y ya se sabe, ande o no ande...

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