04 febrero 2006

Reflexiones de cine
   publicado por freddd

Ahora que se aproximan los Oscar toca reciclarse un poco para poder juzgar antes de que la academia lo haga las películas que están en liza. Pero no voy a ser yo quién a estas alturas de la película descubra a nadie como funciona realmente el mundo de Hollywood, para empezar porque en ese sobremundo de gloria, fortuna y famoseo existen infinidad de hilos internos que nadie que no este dentro conoce y porque a mí lo que me gusta de verdad es el cine y no necesariamente el oscarizado, por lo que no quiero entrar en los intereses que puedan existir. Pero siendo sensatos y haciendo un repaso a los últimos 20 años de estatuilla hay que reconocer que se han premiado auténticos tostones, películas muy aburridas como el último emperador o Bailando con lobos. También otras películas, a mi juicio menores, galardonadas por contar historias de esas que gustan en Holliwood, con grandes actores interpretando excéntricos papeles como “Una mente maravillosa”, “Forrest Gump” o “Rain Man”, todas ellas indudablemente buenas películas aunque dudo que sean las mejores de sus respectivos años.

Y todo esto me ha venido a la cabeza hoy que voy a ver la supuesta favorita para este año, “Brokeback mountain” (vaya título), otra de estas películas reivindicativas que nos da la industria americana de vez en cuando. Aunque parece que esta tratada con más seriedad (sexualmente hablando) que aquella fatídica “Alejandro Magno” en la que más de uno no pudimos contener las carcajadas ante el esperpento y ridículo tanto cinematográfico como contemplando la absurda caricatura del movimiento gay.

Pero hay una cosa de la que no hay duda cuando se habla de los Oscar y es que al margen de que según la edición se vean mejores o peores películas, lo que esta claro es que todos los años montan un precioso espectáculo, lleno de glamour y buen gusto, con las estridencias y grandiosidades que requiere la ocasión. Y es que no hay más que comparar la ceremonia con la mayoría de las europeas y como no, con la vergonzosa y vergonzante (en muchos casos) de la española. Porque aún recuerdo y os aseguro que me causa vergüenza ajena el año en el que Guillermo Toledo, Alberto San Juan y compañía monopolizaron y politizaron un acto que debería ser de puro cine, haciendo de el una manifestación de pandereta y una reivindicación circense. Los mismos actores que ante tantas barbaries cometidas dentro y fuera de nuestro país habían callado durante tanto tiempo, no se dedicaron a luchar por su causa aportando dinero o viajando a los lugares en cuestión, como ya hacen por ejemplo en USA Susan Sarandon, Seann Pen o Tim Robins, sino que se dedicaron a darse publicidad y quedar de jóvenes rebeldes y progres de pacotilla para regocijo de sus adláteres.

Bueno, hoy quería hablar de cine y estos dos no me han dejado, malditos "actores".