12 junio 2006

Los blogs y la pérdida de libertad de expresión
   publicado por Fry

Hace poco ley algo sobre esto y yo, como bloguero, estoy totalmente de acuerdo. Internet trajo algo hasta entonces casi desconocido: el anonimato. Esta característica ha sido a la vez una gran ventaja y un inconveniente. Una ventaja porque el anonimato ha permitido que se publiquen y se compartan cosas que hasta entonces, por diferentes razones, no se podían compartir. No hablo de porno, al menos no sólo de porno, sino de ideas, inventos, desarrollos y miles de cosas que habrían quedado sin hacerse de no ser por la ventaja que ofrece el no ser reconocido.

El anonimato en los chats permite compartir ideas sin los prejuicios del directo y el libre intercambio de ideas en los foros ha sido absoluto, pero como decía también ha sido un inconveniente para mantener un cierto "orden" en la red. Durante unos años casi se produjo una psicosis colectiva para evitar ser descubierto. Se empezaba a picotear en la red cosas pseudoilegales y el miedo inicial a poder ser descubiertos extremó las precauciones. De alguna manera el caos de internet se está ordenando, en gran parte debido a los buscadores, y en otra gran medida debido a los blogs.

Nuestras queridas bitacoras han servido como punto de encuentro más serio y a la vez más calido que los antiguos foros, pero quien más quien menos se encuentra identificado bajo su blog. Mis dos compañeros blogueros y yo hemos publicitado www.unalimosnaparaunexleproso.com entre amigos, familiares, compañeros de trabajo y cuantos contactos hemos tenido a mano. Después de todo este tiempo me pregunto hasta qué punto he perdido libertad de expresión. No nos engañemos, aquí no puedo hablar de lo que quiero o, mejor dicho, en los términos que a veces me gustaría. Hay temas delicados en los que prefiero examinar mi audiencia. En una conversación del Mundo Real (Microsiervos) eres responsable de lo que dices, pero también sabes quien lo escucha. En el blog todo queda escrito y desconoces los lectores que pueden estar al otro lado.

Los amigos de lo políticamente correcto lo tienen perfecto en un blog. Empiezo a tener la sensación de ser excesivamente diplomático a veces.

Sí, soy demasiado diplomático a veces y voy a dejar de serlo.