Los saludos
publicado por Fry
Hay cosas desagradables en la vida, muchas, pero afortunadamente su frecuencia suele ser baja y no hay que alarmarse por ello. No es el caso de lo que os voy a contar. A diario nos enfrentamos con el dilema de siempre: ¿le saludo o no le saludo?
Reconozcamos que nos apetece saludar y muy poca gente y cada vez a menos. Hay saludos que se mantienen por el propio saludo. Son esas relaciones que tuviste en el pasado y con las que nunca m´´as quieres mantener contacto alguno. Es únicamente el saludo lo que alimenta el propio saludo, no llegará a nada.
Y cuando te encuentras en esta situación tienes varias posibilidades. La más sencilla es saludar con un "hasta luego" (jamás un "hola"), pero nos complicamos la vida de tal manera que buscamos todas las artimañas posibles para evitarlo. Con los años vas perfeccionando la habilidad de simular el despiste, para que parezca que tus intenciones no eran evitar su contacto. De esa manera vas probando varias técnicas, desde mirar a otro sitio, toser en el momento adecuado, buscar algo en los bolsillos, y un largo etcétera. En este sentido tenemos que agradecer al móvil que nos haya librado de la mayor´´ia de estos apuros de una forma elegante. Cuando hablas por el móvil, por supuesto de forma ficticia, se encaja que mires al infinito o al cielo. Una vez que descubres esta treta sólo queda depurar la simulación de hablar con alguien cuando realmente no lo haces.
Por supuesto el sentimiento es recíproco, el otro desea tan poco el saludo como tú. Sin embargo, aunque desees que el otro no te salude, te sienta como una patada en el orto. Puede que lo último que te apetezca en ese momento sea intercambiar un "adiós" con el antiguo compañero de colegio, pero sólo admitirás ser tú quien disimula el saludo. Sólo faltaba que venga el otro imbécil a escaquearse de tener trato contigo.
Faltaría más.
Reconozcamos que nos apetece saludar y muy poca gente y cada vez a menos. Hay saludos que se mantienen por el propio saludo. Son esas relaciones que tuviste en el pasado y con las que nunca m´´as quieres mantener contacto alguno. Es únicamente el saludo lo que alimenta el propio saludo, no llegará a nada.
Y cuando te encuentras en esta situación tienes varias posibilidades. La más sencilla es saludar con un "hasta luego" (jamás un "hola"), pero nos complicamos la vida de tal manera que buscamos todas las artimañas posibles para evitarlo. Con los años vas perfeccionando la habilidad de simular el despiste, para que parezca que tus intenciones no eran evitar su contacto. De esa manera vas probando varias técnicas, desde mirar a otro sitio, toser en el momento adecuado, buscar algo en los bolsillos, y un largo etcétera. En este sentido tenemos que agradecer al móvil que nos haya librado de la mayor´´ia de estos apuros de una forma elegante. Cuando hablas por el móvil, por supuesto de forma ficticia, se encaja que mires al infinito o al cielo. Una vez que descubres esta treta sólo queda depurar la simulación de hablar con alguien cuando realmente no lo haces.
Por supuesto el sentimiento es recíproco, el otro desea tan poco el saludo como tú. Sin embargo, aunque desees que el otro no te salude, te sienta como una patada en el orto. Puede que lo último que te apetezca en ese momento sea intercambiar un "adiós" con el antiguo compañero de colegio, pero sólo admitirás ser tú quien disimula el saludo. Sólo faltaba que venga el otro imbécil a escaquearse de tener trato contigo.
Faltaría más.
Etiquetas: Reflexiones
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