El hombre (y la mujer) es hijo puta por naturaleza publicado por Fry

Cierto día comentaba con un leproso, entre bambalinas, que lo más fácil es criticar, da mucho más juego que el aplauso o la beneración. De hecho, criticando puedes ser realista y a la vez gracioso, incluso recurriendo a toques de humor negro. Decir las bondades de algo o de alguien puede ser muy agradable para quien lo escucha, pero no tiene ni puta gracia. Muchas veces me he preguntado qué pretendemos exactamente con el blog, y personalmente yo. Me pregunto si mis post los escribo para entretener a los lectores, para informarles, para crear corriente de opinión o para qué exactamente. Supongo que hay un poco de todo, pero principalmente es porque me gusta escribir y porque me da la gana. Es parecido a escribir pensamientos en tu diario, con la ventaja de que aquí sabes que te leen (o eso espero) y te has creado un compromiso.

Y hoy vamos a ponernos serio, realistas y pesimistas. Hablaré del hambre y hablaré del egoísmo que nos invade a todos. Se ha escrito mucho sobre los problemas del tercer mundo, sobre el hambre, sobre la explotación y sobre lo que debería hacer el primer mundo para evitarlo. Y aunque parezca un asunto muy complejo, que no se puede abordar en un post, lo voy a hacer, porque el único y gran problema que existe para que no se solucione el hambre en el mundo es uno: no nos da la gana. Y me estoy refiriendo a ti y a mí y a todo bicho viviente que puebla este planeta.

En este momento estarás pensando “joe, yo sí que quiero”. Me permito el lujo de afirmar que te estás engañando a ti mismo, entiendo que a mí no ya que no te estoy viendo (aunque me encantaría que dejaras un comentario). Entiendo que es duro afirmarse a uno mismo que no le da la gana de solucionar el problema del hambre, y a la propia negación siempre le siguen una retahíla de excusas encadenadas, una detrás de otra, en busca de la autoexculpación para así limpiar su conciencia y dormir tranquilo. La única misión de todas estas excusas es llegar a creerse que la culpa es de todo y de todos menos de ti.

Por si en alguna acalarada conversación, en la que alguien defienda lo que yo estoy diciendo y tú quieras seguir en tus trece te pongo unas cuantas excusas que siempre funcionan:
Yo solo no puedo hace nada. (mentira, puedes hacer que varias familias coman)

• El problema es de los gobiernos que no ayudan. Son los que tienen la solución. (mentira, el gobierno es un fiel reflejo de lo que somos todos los ciudadanos, capitalistas feroces.)
• Yo no tengo dinero (mentira, eres multimillonario comparado con ellos)
• Yo ya ayudo cuando puedo (mentira, en el 99% de los casos).
• Yo apadriné a un niño la navidad pasada (ya está solucionado. Han puesto un precio a la limpieza de su conciencia, en este caso son 3000 pesetas / limpieza * año).
• El dinero del ejercito y de las armas se debería dedicar a eso y se acabaría el problema (vaya, que el caso es que el que se quede sin trabajo no seas tú).
• Tienen que dar los multimillonarios mundiales. (insisto, el caso es que a ti no te quiten nada.)
• Etc, etc, etc...

La única realidad es que nadie quiere que se acabe este problema porque nadie está dispuesto a renunciar a nada. Como decía en un punto anterior lo más efectivo es poner un precio a la limpieza de tu conciencia, que es distinto en cada persona, y debe ser renovado periódicamente en algunos casos. En otros un único pago es suficiente para toda la vida. Al menos, con estas limpiezas come gente, y eso es bueno. Pero la auténtica realidad es que todo el mundo preferimos comprar unas gafas de sol de veinte mil pesetas a que coma una familia de Mozambique durante dos meses, o gastarte 50 euros en emborracharte hoy por la noche o hacerte una limpieza de cutis, o comprar discos (bueno eso no), mejor dicho gastarte más dinero en tu línea de internet para que los discos bajen más rápido del burro.

Hijos de puta y egoístas somos todos. Lo primero es reconocerlo, lo segundo plantearnos si queremos que esa mentalidad cambie y lo tercero hacerlo efectivo. Mientras tanto que nadie se limpie la conciencia echándome la culpa sólo a mí o a otros.